Entre el sacrificio y la subversión de la existencia en ‘Después de mí, el diluvio’

En esta intervención se propone un análisis de la obra Después de mí, el diluvio de Lluïsa Cunillé desde una perspectiva crítica centrada en la relación entre ideología y subjetividad, y en la tensión entre sujeción y subversión. A través del estudio del desarrollo dramático, se examinará cómo las subjetividades representadas en la obra son construidas, erosionadas o anuladas por dispositivos ideológicos que operan desde el género, la familia, el trabajo y la violencia estructural.

Este análisis se apoya en las teorías de Louis Althusser sobre la interpelación ideológica, de Judith Butler sobre la sujeción como condición ambivalente del sujeto, y en el concepto de subalternidad de Gayatri Spivak, especialmente en lo que respecta a la imposibilidad de hablar del sujeto oprimido. También se toma como referencia la noción hegeliana de reconocimiento, que atraviesa el conflicto central de la obra: el deseo de existencia simbólica de un hijo ya ausente.

Desde estos marcos teóricos, se sostiene que la obra demuestra por medio de su dramaturgia una situación clara de cómo funcionan las lógicas de dominación ideológica, así como una posibilidad – aunque mínima – de resistencia y subversión dentro de los mismos dispositivos que sujetan a los personajes.

Desde el inicio, el personaje del hombre de negocios representa una subjetividad marcada por el privilegio masculino. Su manera de dirigirse a la intérprete es reveladora: le coge la mano, le pide que se suelte el pelo. Estos gestos, naturalizados en escena, ilustran una ideología de género normalizada, donde la disposición femenina al agrado del masculino se asume sin resistencia visible. El malestar que puede generar en el público evidencia que estas acciones son productos ideológicos que reafirman una estructura patriarcal.

Por otro lado, el personaje del padre articula otra forma de ideología: la de la servidumbre y el sacrificio. Este hombre, marcado por la pobreza y la marginalidad, ha interiorizado una visión del mundo donde el valor de un individuo se mide según su utilidad productiva y obediencia. Vende simbólicamente a su hijo al hombre de negocios describiéndolo como una mercancía: eficiente, silencioso, disciplinado, útil. Le ofrece, además, la posibilidad de castigarle físicamente si no cumple con lo esperado. Este acto revela la sujeción profunda del padre a un orden ideológico violento, heredado y reproducido.

Aquí, la subjetividad del hijo no está nunca directamente representada. Siempre es hablada por otros, lo que lo convierte en un ejemplo literal del sujeto subalterno, en el sentido de Spivak: aquel que no puede hablar, porque siempre es interpretado o representado por una voz ajena. Su experiencia queda anulada bajo el peso de las estructuras patriarcales y militares que han moldeado su existencia desde la infancia. Fue secuestrado por la milicia, moldeado para obedecer sin sentimientos, sin deseo. Es, en ese sentido, un sujeto completamente producido por la sujeción ideológica.

Sin embargo, hay también señales de subversión. El giro dramático que revela que el hijo ha muerto hace años, y que todo el encuentro ha sido una puesta en escena del padre para darle existencia simbólica, se puede leer como una resistencia desesperada a la desaparición total. Si, como dice Hegel, el sujeto necesita del reconocimiento para existir, el padre ha construido una narrativa tan potente que logra que el hombre de negocios reconozca al hijo como un sujeto. Esa ficción tiene un efecto real: genera reconocimiento, deseo de incorporación, incluso respeto.

En esta acción extrema del padre se ve una tensión entre la sujeción y la subversión: por un lado, reproduce la ideología del sacrificio y la servidumbre; por otro, subvierte el orden al crear una presencia donde solo había ausencia. El acto de seguir al hombre de negocios, observarlo, planear el encuentro, revela una voluntad subjetiva que se resiste a la desaparición.

En definitiva, Después de mí, el diluvio expone con precisión la forma en que la ideología penetra en lo cotidiano, constituyendo subjetividades sometidas que no están exentas de conflicto. La obra de Cunillé dramatiza el modo en que el sujeto puede ser reducido a una función o a una voz ajena, y cómo, incluso desde ese lugar de anulación, puede emerger una acción simbólica cargada de sentido.

La obra sitúa al espectador en una zona de ambigüedad, donde la sujeción aparece como condición de posibilidad para toda forma de existencia, y la subversión como un gesto  profundamente humano. Los personajes encarnan los efectos de una ideología que los forma y los limita, pero que también puede ser puesta en crisis a través del reconocimiento. Así, Cunillé no solo nos invita a pensar en el poder estructurante de la ideología, sino también en la potencia de la narrativa para trastocar el orden establecido. La obra sugiere que incluso desde la subordinación más radical es posible articular una subjetividad que se resista a desaparecer.

Referencias

Althusser, Louis. Ideología y aparatos ideológicos del Estado. En: Althusser, Louis. La filosofía como arma de la revolución. Madrid: Siglo XXI, 2008. pp. 102-151.

Butler, J. (2001). Introducción. En Mecanismos psíquicos del poder (pp. 11-42). Ediciones Cátedra-Universitat de Valencia.

Butler, J. (2001). La conciencia nos hace a todos sujetos. En Mecanismos psíquicos del poder (pp. 119-145). Ediciones Cátedra-Universitat de Valencia.

Cunillé, Lluïsa. “Après moi, le déluge (Después de mí, el diluvio)”. En: Dramaturgias españolas en la escena actual, editado por Raquel García-Pascual, 185-247. Barcelona: Castalia Ediciones, 2011.

Spivak, G. (2003) “¿Puede hablar el subalterno?” Revista Colombiana de Antropología 39, pp. 297-364

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